Me pregunta un amigo si creo que Mariano Rajoy será capaz de activar el artículo 155. Me respuesta es que sí, porque lo que reclama el gobierno español a Carles Puigdemont es algo imposible. Le pide que reniegue del 1-O y que diga que el otro día no proclamó la independencia en el Parlamento. La proclamó y suspendió sus efectos al cabo de unos segundos. Puede que ese haya sido su error. Debería haber dejado pasar más tiempo entre la proclamación y la suspensión, derivada de sus contactos internacionales. Su discurso fue impecable. Tenía 14 páginas y solo las 4 finales estaban dedicadas a lo que allí había llevado a la prensa de todo el mundo. El desenlace de un discurso tan riguroso como trascendental debería haber sido más pausado. En todo caso, el gobierno español espera que Puigdemont se baje del autobús como si no hubiese pasado nada. Eso no va a ocurrir. Rajoy y sus aliados están empecinados en llevar a cabo un ataque frontal contra la autonomía catalana con la ayuda de esos neofalangistas que les alentan desde los medios de comunicación. Que nadie Espere de Puigdemont una traición al pueblo de Cataluña. No es su estilo. El 10/10, a las 19:38, Puigdemont cambió de coche, como ya se vió obligado a hacer el 1-O, para, como entonces, poder lograr su objetivo (el 1-O era votar) y seguir adelante con el proyecto de independencia. Que nadie se engañe. Estamos al final de la partida y la batalla va a ser a vida o muerte. Lo decía Felipe González, ese oligarca que un día fue socialista, Cataluña puede que esté más cerca de perder la autonomía que de la independencia. Puigdemont sabe que ese es el deseo de aquellos que un día cedieron la competencia en seguridad o TV3 a Jordi Pujol a cambio de unos votos y ahora quieren recuperar el poder perdido aprovechando el proceso soberanista. A Puigdemont no le queda otra que tener el control de la pelota y marcar gol en el último minuto. “Live free or die”, pero de verdad.